M. F. ANTUÑA Gijón Viernes, 23 marzo 2018, 00:28
Manuel Martín Cuenca (El Ejido, 1964), director de 'El autor', está en Oviedo para presentar en SACO 'La cara B' (patio del Ridea), un proyecto que reflexiona sobre la relación entre realidad y ficción a través de una cinta rodada en paralelo a su película 'Caníbal'.
-¿Por qué tanto interés por esta reflexión?
-Una de las características fundamentales del ser humano es la creación de ficciones, no en películas, libros, canciones, sino en todo lo demás; todo es una ficción, la identidad de una nación, el dinero, los religiones. Siempre me ha interesado mucho cómo construimos esas ficciones, en las que siempre hay una ideología. Pero ¿cuál es la manera revolucionaria de combatir que la ficción nos engañe continuamente? Quitando el telón, la máscara para ver cómo se construye la ficción. Eso es 'La cara B'. Hago ficción pero al mismo tiempo dejo que el público vea los entresijos, como en un acto de desnudar la película.
-Efectivamente, es un juego de muñecas rusas. Pero 'La cara B' es completamente no narrativa, no he elegido la toma que más me gusta, dura exactamente lo mismo que 'Caníbal', tiene exactamente el mismo número de planos... Lo he construido tratando de no tener control, de que el dispositivo hable por sí mismo
-Y no se presenta como una película, sino como una instalación.
-Se estrenó en Granada en un centro de arte porque no está diseñada para verse en un cine, sino para ver en un mismo espacio las dos películas en paralelo; incluso no está diseñada para tener que verse entera, sino para entrar, estar diez minutos e irse, se trata de hacer reflexionar.
-¿Y cómo se ve?
-En Granada la visitaron como dos mil personas, y yo pensaba que la gente, en general, iba a estar un rato e irse pero me contaron que la mayoría se quedaba a verla entera. Está construida sin sentido, pero por momentos parece que va a tenerlo, que va a pasar algo.
-¿El cine necesita reflexión?
-No sé si el cine lo necesita pero Manolo Martín Cuenca, sí. De alguna manera el aparataje del glamuor sobre el que se construye el cine clásico de Hollywood está semidestruido, y a mí sí que me pide el cuerpo hacer este tipo de reflexión. Me interesa seguir haciendo películas que construyan realidad ficcionada y al tiempo recordar que todo es un aparataje.
-¿Qué me dice de la realidad y la ficción de las redes sociales?
-Es el disparate. Las redes sociales están creando ficciones continuamente. Construyes tu propio relato de lo que se supone que eres tú y lo transmites a las redes sociales, y con una fantasía de control y de libertad muy digna de estudiar.
-¿Da miedo?
-Un poco de miedo da. La tecnología no es ni buena ni mala, pero tiene una capacidad multiplicadora. Sucede que multiplica la brillantez y la estupidez. Cinco estúpidos en la plaza del pueblo hoy son cinco millones en internet. Por ejemplo, los linchamientos en internet son la estupidez multiplicada bajo el amparo del anonimato. También está lo contrario, la santificación.
-¿Qué le parece lo de quitar la estatuta de Woody Allen?
-¿En serio hay una polémica con esto? Hay que perseguir el acoso, estar en primera fila defendiendo la igualdad de las mujeres, pero también está la presunción de inocencia. De repente la masa del pueblo, sin haberlo juzgado, lo quiere colgar.
-Hablando de juicios, usted está documentando el de Pablo Ibar.
-Llevo tres años trabajando en ello, siguiendo emocionalmente a los personajes. Hay muchas dudas, esta historia lleva ya 23 años y medio, y el próximo va a ser el quinto juicio al que se enfrenta. Es fascinante y al tiempo terrible.
-¿Películas de ficción?
-Estoy con un par de proyectos intentando financiarlos. No es fácil.
-¿Mal momento?
-Bastante malo en general. Producir determinado tipo de cine en España es casi un milagro.
-¿Las series se van a acabar comiendo la tostada del cine?
-Se la están comiendo ya. Las series están aportado mucho más que la mayoría del cine comercial.